miércoles, 4 de febrero de 2009

Cuatro de Febrero de Dos Mil Nueve

El cielo estaba gris y amanezaba lluvia, supongo que hacía frío, pero creo que no lo sentía, porque la rabia me estaba consumiendo. No podía despegar los ojos del pequeño rectángulo de mármol donde habían grabado el nombre de Rosa, la bella, y las fechas que limitaban su corto paso por este mundo, con altas letras góticas. Pensaba que había perdido dos años soñando con Rosa, trabajando para Rosa, escribiendo a Rosa, deseando a Rosa y que al final ni siquiera tendría el consuelo de ser enterrado a su lado. Medité en los años que me faltaban por vivir y llegué a la conclusión de que sin ella no valían la pena, porque nunca encontraría, en todo el universo, otra mujer con su pelo verde y su hermosura marina.



Isabel Allende - "LA CASA DE LOS ESPIRITUS", Rosa, la bella

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