lunes, 28 de febrero de 2011

Soldado

Después de haber sostenido la posición de avanzada como la misión lo pedía, el sargento ordenó la retirada. Las tropas enemigas se acercaban y había que regresar a las propias filas entre la metralla y el bombardeo. A la carrera la mayoría de los soldados se zambulló en la trinchera del lado seguro.
-Sargento- dijo Antonio-, Pedro no está.
-Lo siento- contestó el sargento-, debe haber caído durante la retirada.
Antonio agarró el fusil y se puso de pie.
-¿Qué hace soldado? ¡Agáchese inmediatamente!- ordenó el sargento.
-Voy por él- dijo Antonio.
-¡Quédese donde está!-ordenó-. Aún cuando pudiera encontrarlo, no tiene sentido. Es obvio que su amigo ha sido alcanzado por las balas del enemigo.
-No le estoy pidiendo permiso- dijo Antonio y empezó a correr hacia la zona que acababan de abandonar.
-¡Soldado!-gritó inútilmente el sargento- ¡Soldado!
Media hora después, cuando todos lo daban también por muerto, Antonio regresó arrastrándose con una bala en la pierna y una chapa de identificación apretada en su mano derecha. Era la placa que había arrancado del cuerpo sin vida de Pedro.
El sargento saltó de la trinchera para ayudar a Antonio a llegar. Mientras lo empujaba literalmente dentro del enlodado lugar le gritaba a los enfermeros que detuvieran esa hemorragia.
-Te dije que no valía la pena- le dijo mientras señalaba la placa de metal.
-Valía- dijo Antonio.
-No entiendo, de todas maneras está muerto y ahora te tengo herido gravemente. Podías haber muerto.
-¿Sabe, sargento?- dijo Antonio-.Cuando lo encontré todavía vivía…me acerqué y le tomé las manos. El abrió los ojos y me miró…casi sonrió…valió la pena, antes de morir me dijo: “sabía que vendrías”.

Como dice Lima Quintana en “sin fin”:

“Que cada uno cumpla con su propio destino
Elija su rumbo, reconozca sus pozos, riegue sus plantas
Y si cae en la cuenta de que ha errado el camino
Que desande lo andado y reconstruya su casa.”

Es decir después de haber andado y desandado, después de haber asistido a algunas catástrofes y derrumbes producto de errores en el camino, después de decidirnos a la reconstrucción de la casa, nos queda para dar juntos, un paso.El último, el fundamental y quizás más decisivo paso de esta propuesta.
Pese a las dificultades, con conciencia absoluta de las complicaciones, sabiendo de los riesgos y a pesar del dolor de lo que no resultó como pensábamos, este paso nos invita a no dudar de que al final, el resultado será lo previsto.
Es la certeza del resultado final lo que nos dará la fuerza o la motivación para seguir, hacer, arriesgar, desear, valorar y luchar por lo que creemos.

Jorge Bucay

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